martes, 31 de diciembre de 2019

NAVIDAD, TRISTE NAVIDAD

Salud

Esta mañana se me echaron a llorar en el trabajo dos clientes. Y el lunes otros tres, hablándome de sus tristezas, que se agudizan estos días. Tan horrible debe ser tener que verme. Tan terrible ir en busca de los servicios que ofrece la empresa para la que trabajo. O las dos cosas a la vez. La empresa y yo provocamos el llanto a cualquiera. Risas.

 ----- BREVE SOLILOQUIO NAVIDEÑO EN PROSA ----

1

Me siento gris. Me digo siempre que no me van a afectar, que me voy a mantener indiferente, que voy a hacer que me resbalen. Que me la van a traer floja. Las fiestas éstas de mierda. Pero siempre me salpican. Más que eso: me bañan entero, me ahogan, hundiéndome en aguas negras. Todo el mundo a mi alrededor acaba incordiándome, tratando de imponerme obligaciones absurdas. De contagiarme una alegría falsa y antinatural. Y torpe, débil, soy incapaz de mantenerme impasible, como me gustaría, como me prometo hacer. Me pongo de mal humor. Me cabreo. Me irrito. Me enojo. Grito. Me cago en todo. Para nada. Para pasarlo peor. Siento envidia de los antiguos estoicos, capaces de mantenerse siempre imperturbables.

2

Absurdas fiestas que no son más que una grotesca deformación de rituales ancestrales a través de los cuales nuestros antepasados buscaban fomentar y propiciar la bonanza y la fertilidad. Esos rituales no producían ninguno de los efectos que buscaban. No conseguían que lloviera, ni que las cosechas mejorasen, ni que los animales se multiplicaran como el pan y los peces bíblicos, y por tanto no impedían lo que buscaban: que nadie pasara ni hambre ni sed. Pero sí enriquecían a los que los orquestaban, chamanes, sacerdotes o lo que fueran.

Hoy controlamos, a través de la ciencia y la tecnología, las aguas y las cosechas. Pero seguimos practicando esas ceremonias bufas. Lamentablemente.

Odiamos la navidad, afirmamos muchos, o casi todos los adultos. Porque, decimos, nos entristecen al recordar a quienes ya no están. Porque, explicamos, son una farsa organizada por las grandes multinacionales para que compremos y consumamos y gastemos en cosas que no nos hacen falta. Porque, contamos, son una mera excusa para compartir la mesa con quienes detestamos, siendo así origen de discusiones, trifulcas y hasta peleas a golpes. Porque en ellas, argumentamos, todo es hipocresía y mentiras. Pero ninguno hacemos nada para que dejen de existir. Todos nos dejamos conducir por la inercia, y nos acaba arrastrando por el fango y el martirio.

3

Coinciden estos ritos con el solsticio de invierno. Punto de inflexión en las actividades humanas. Especialmente cuando estaba la humanidad mucho más atrasada. Momento significativo al que nuestros antepasados le dieron suma importancia. Fin de las cosechas. Nacimiento del nuevo sol. Inicio de otro ciclo de estaciones.

La navidad se celebra para conmemorar el nacimiento de Jesucristo. Pero éste no es más que un personaje de ficción, que además plagia descaradamente otros personajes de ficción creados hace miles de años. Como la propia naturaleza, siguiendo el curso de las estaciones, el personaje nace, muere y resucita todos los años. Al llegar el mes de Jano --el dios de las dos caras, una mira al pasado, otra al futuro-- nos comemos las uvas, triste rémora de liturgias atávicas. Después, en Reyes intercambiamos regalos, actos que tienen el mismo principio: un primitivo y hoy estúpido modo de propiciar, mediante fuerzas nebulosas, la prosperidad.

La prosperidad hay que buscarla con el esfuerzo diario. No nos llegará del cielo. Ni de las estrellas. Ni de la luna. Ni del sol. Ni de rituales anacrónicos que ya perdieron su sentido. Comernos las uvas no influye en nuestro porvenir. Hacer y recibir regalos a los otros en esa fecha concreta tampoco. Salvo quizá por crear y reforzar lazos afectivos –aunque casi más bien pienso que muchas veces tienen el resultado contrario, de desunirnos más, de crear más discordias--. El mejor regalo es el de tratarse con respeto, humildad, comprensión y cariño. Pero siempre. No solo estos días. Y no sólo con los demás. También o especialmente con nosotros mismos.

Salud

Paz

República

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